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lunes, 19 de julio de 2010
José Toribio Medina
José Toribio Medina Zavala (Santiago; 21 de octubre de 1852 – 11 de diciembre de 1930) Bibliógrafo e Historiador chileno, el mayor recolector de fuentes para el estudio de la historia de su país. Tenía ascendencia vasca.[1]
Fue hijo primogénito de José del Pilar Medina y Valderrama, y Mariana Zavala Almeida. Su padre que era abogado, debía viajar constantemente en función de su cargo de magistrado, por lo que Medina pasa su niñez en diferentes ciudades como Santiago, Talca y Valparaíso. A los trece años volvió definitivamente en Santiago, pues su progenitor perdió el uso de las piernas y no podía moverse de su sillón, e ingresó al curso de Humanidades del Instituto Nacional, dirigido entonces por el gran historiador Diego Barros Arana. Posteriormente estudió derecho en la Universidad de Chile, recibiéndose de abogado el 26 de marzo de 1873.
En 1875, el ministro de relaciones exteriores Adolfo Ibáñez lo nombró secretario de la legación del Perú. Trasladado a Lima, descubrió su vocación por el descubrimiento de documentos, buscando libros y archivos por toda la capital peruana. No estuvo mucho tiempo debido a la ruptura entre él y su jefe, y al renunciar se dirigió, invitado por la señora Genoveva Mathieu, a la exposición de Filadelfia. Pasó 3 meses en EE. UU. y después visito Inglaterra, logrando estudiar en el museo británico temas de la literatura colonial de Chile, un tema que le apasionaba. De Londres paso a París, y de París a Madrid, pasando mucho tiempo escudriñando en el Archivo de Indias. Regresó a su país en junio de 1877.
Se trasladó al norte para ofrecer sus servicios a su país durante la Guerra del Pacífico. Durante la campaña, ejerció el cargo de auditor de guerra del ejército de reserva, y más tarde el de juez de letras en Iquique. A fines de 1884, Medina fue nombrado secretario de la legación de España, de la cual era Ministro el almirante Patricio Lynch, además con la misión de obtener copias de los documentos más importantes concernientes a Chile. Se abocó todo el tiempo a la labor documental, dejando prácticamente de lado su trabajo como secretario, pero con el visto bueno de Lynch.
Dos años estuvo indagado en bibliotecas y archivos españoles, y a su regreso dio cuenta de tener 17.799 páginas copiadas y listas para imprimir, con un ahorro de recursos también impresionante. También contrajo matrimonio, con Mercedes Ibáñez, hija del ministró que le había ayudado en sus primeros momentos.
El año de 1887 publicó Historia de la Inquisición en Lima. Al año siguiente y en posesión de una pequeña imprenta, a la que llamó Ercilla, dio paso a la publicación de sus obras más recordadas, la Colección de Historiadores de Chile y los Documentos inéditos para la Historia de Chile. La revolución de 1891, en la cual era partidario del presidente José Manuel Balmaceda, interrumpió la publicación, trasladándose a Argentina.
Allí Francisco P. Moreno, director del Museo de la Plata, lo acogió y alojó en el museo mismo. La hospitalidad le permitió realizar un tercer viaje a Europa. El relajo de la situación en Chile le permitió volver en 1895, reanudando la publicación de sus colecciones.
En 1897 la Universidad de Chile le nombró miembro académico, en reemplazo del sacerdote Joaquín Larraín Gandarillas, que acababa de fallecer, ocupando la primera cátedra de Historia Documental Americana y Chilena en 1899. Su trabajo se volvió fecundo, y decidió realizar un cuarto viaje en 1902, para estudiar la organización de los archivos y bibliotecas públicas de Europa. El quinto lo realizaría en 1912, comisionado por el Ministerio de Instrucción Pública para que estudiara la organización del Archivo Notarial de Madrid. Siguió con la creación de nuevas obras, a pesar de su ancianidad, incluso realizó un último viaje representar a Chile en el vigésimo tercero Congreso de Americanistas de Nueva York, y en la exposición sevillana.
Murió en 1930. Años antes había entregado a la Biblioteca Nacional, con dos sendos catálogos, 60 mil impresos, 1.668 manuscritos originales, y 8.659 documentos transcritos de su biblioteca personal, colocándolos en una sala del edificio que hoy se denomina en su honor Biblioteca Americana José Toribio Medina.
Por su contribución a la numismática hispanoamericana, aparece citado en la publicación "La Casa de Moneda de Santiago de Chile 1743-1943".
Sus restos descansan en el Patio 15 del Cementerio General, de Santiago.
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