Posterior a la guerra se retiró temporalmente de la vida pública, hasta que la resurrección del balmacedismo en el Partido Liberal Democrático lo hizo retornar a la política.
Teniendo que enfrentar algunas luchas internas en su partido, especialmente con Claudio Vicuña, se erigió a sí mismo como el líder indiscutible del balmacedismo.
Como fuerza política Sanfuentes supo manejarla con maestría. Hacía y deshacía ministerios, al cambiar la posición política del balmacedismo, no dudando en usar los mismos métodos que usaron los opositores de Balmaceda para hacer caer al Presidente.
No era un gran ideólogo, y en su especialidad, la economía, se mostraba bastante mediocre. Pero tenía una virtud ya que era, sin lugar a dudas, el que conocía y manejaba mejor el funcionamiento del parlamentarismo chileno. Dirigía a los liberales democráticos de la Alianza Liberal a la Coalición conservadora, sabiendo que daba exactamente lo mismo, ya que entre los partidos habían desaparecido las ideas de fondo.
A Germán Riesco Errázuriz lo trató como un títere, logró imponerse al semi-personalismo de Pedro Montt Montt, y se supo manejar con maestría al veterano Ramón Barros Luco. Ahora la única ambición no cumplida era ser el inquilino del Palacio de La Moneda.
Logró ser designado candidato a las elecciones presidenciales de 1915 por la Coalición balmacedista-conservadora, enfrentándose al candidato de la Alianza Liberal Javier Ángel Figueroa. En realidad el resultado de la elección estuvo determinado únicamente por la odiosa práctica del cohecho.
Ganó Sanfuentes en electores, pero Figueroa le aventajaba en votos. Debido a la corrección ya dicha, se anularon varios electores y fue el Congreso Pleno quien tuvo que decidir entre los dos candidatos. Al lograr Sanfuentes una mayoría con la Coalición, logró ser ratificado como mandatario.
Los años de Sanfuentes fueron en general años estériles, debido principalmente a la rotativa ministerial (llegó a los 17 ministerios, lo mismo que Germán Riesco) y a la descomposición propia del régimen.
Se lograron algunos pequeños avances a destacar: En seguridad social, dictó en 1915 las leyes 3.020 y 3.045 que crearon la Caja de Retiro y Montepío de las Fuerzas Armadas; en 1916 la Ley 3.170 del Régimen de Indemnizaciones sobre Accidentes del Trabajo; en 1917 la Ley 3.321 sobre Descanso Dominical. En educación, el 20 de agosto de 1920, promulgó la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria.
Se construyó el Instituto Agrícola, la Dirección General de Especies Valoradas, el Instituto Nacional de Criminología y se prosiguió la edificación de la escuela de ingeniería.
SURGE LA FIGURA EMBLEMATICA DEL LEON DE TARAPACA
La Alianza Liberal arrasó en las elecciones, por lo que tenía mayoría en ambas cámaras. El partido de Juan Luis fue el más perjudicado: ahora los liberales lo tendrían a su merced. Pero el viejo maestro del parlamentarismo no había jugado todas sus cartas.
El Intentó dividir a la Alianza, entregándole a Arturo Alessandri Palma el Ministerio del Interior, e incluso jugó con sus ambiciones presidenciales, al hacerlo firmar su entrada al ministerio en el sillón presidencial.
Su plan empezó a dar frutos. Una fracción liberal encabezada por Manuel Rivas censuró el gabinete, y prontamente se separarían del liberalismo, por ver que en éste empezaban a dominar los elementos jóvenes y mesocráticos. Este grupo sería llamado los "electrolíticos" (liberales químicamente puros).
Nuevos ministerios se sucedieron, destacándose entre ellos el nombre de Luis Barros Borgoño, futuro candidato presidencial. Se sucedió también una nueva escisión en el liberalismo: cuatro de sus senadores se separaron formando un grupo propio (llamado, burlescamente, "los cuatro evangelistas").
Sanfuentes reía ahora, la Alianza en pedazos y sus restos peleándose por la definición del candidato presidencial. Pero la sonrisa del Presidente duraría poco, la convención liberal logró imponer un candidato: Arturo Alessandri Palma, el León de Tarapacá.
Siguió una feroz lucha presidencial; un resultado estrecho; la formación de un tribunal de honor; la Guerra de don Ladislao para detener a Alessandri; el asalto a la FECh; y, finalmente, la ratificación de Alessandri como Presidente de la República.
El 23 de diciembre de 1920 Sanfuentes debía hacer entrega del poder a Arturo Alessandri. Durante el trayecto al Congreso se le arrojaban toda clase de porquerías, en manifestación de desprecio. Mas el mandatario lo soportó con estoicismo.
"...la figura majestuosa señorial del Presidente Sanfuentes, que recibía con irónica sonrisa e imperturbable tranquilidad la rechifla de sus adversarios", rememoraría después el futuro Presidente Gabriel González Videla, testigo presencial.
Se le entregó el mando al "León", el rey del parlamentarismo se retiró para siempre de la escena publica, su gobierno fue un fracaso y su lucha política estéril. Pero no sólo se retiró él de la escena, acababa de entregarle el poder a la mesocracia, en los próximos cuatro años todo un edificio político y social se derrumbaría. Los actores de este drama serían Arturo Alessandri, junto con las clases media y baja.
Era la apertura de una nueva etapa de la historia de Chile, era el fin de la República Oligárquica.
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