En marzo de 1973, se produjeron las elecciones parlamentarias. La oposición, agrupada en la CODE (Confederación de la Democracia), deseaba obtener dos tercios del Congreso. Si lo lograba, podría emitir una acusación constitucional contra Allende y destituirlo de la presidencia, pero la UP logró el 43,5% de los votos y la CODE el 54,6%. Los partidos de la Unidad Popular, al presentarse en una lista única, consiguieron aumentar su representación en tres diputados y un senador.[49]
Allende, buscando una solución a la crisis, intentó un acercamiento con la DC. El primer intento fue con el proyecto de reforma constitucional Hamilton-Fuentealba que fue vetado por el Ejecutivo. Antes de que el Parlamento respondiese al veto, se desarrollaron una serie de conversaciones entre el Gobierno y la DC para hacer aprobar la reforma, de tal forma que el traspaso de las empresas al «área social» de la economía fuera legal y pacífico. La piedra de tope era que habría que devolver las empresas expropiadas ilegalmente o de forma legalmente dudosa.
El acuerdo no se concretó debido a la oposición del PS. En cambio su compañero de alianza, el Partido Comunista, trabajó por el entendimiento. El PS, junto a Carlos Altamirano, comenzó a crear graves problemas a Allende con sus acciones transversales y discursos encendidos.
Otro intento de acercamiento fue propuesto por el cardenal Raúl Silva Henríquez, propiciando un diálogo entre Allende y el presidente de la DC, Patricio Aylwin, para buscar un acuerdo que pudiera hacer superar esta situación. Pero el diálogo no prosperó. Según el cardenal, el fracaso en la búsqueda de consenso se debió a la intransigencia de la UP, y a la oposición al diálogo que manifestó Eduardo Frei, y la exigencia de Patricio Aylwin de ministros militares con poderes muy amplios, que dejarían fuera del poder a los partidos de la UP.[50]
A Allende no le quedan muchas opciones. Consideraba que si el golpe de Estado todavía no se daba, era porque el recuerdo del comandante René Schneider y su doctrina (según la cual las Fuerzas Armadas deben apegarse estrictamente a la Constitución y las leyes) lo detenía. Sectores civiles opositores al gobierno se manifestaron frente a los cuarteles arrojando trigo y maíz e insinuándoles que eran gallinas. Según sostienen algunas fuentes, las acciones de estos sectores eran directamente financiadas por la CIA. Sin embargo, el comandante en jefe era Carlos Prats, quien no se hubiera plegado a un golpe de Estado, por lo que si las otras ramas de las fuerzas armadas lo intentaban, se podrían eventualmente enfrentar al Ejército y devenir en una guerra civil. El Partido Comunista lanzó entonces su campaña «No a la Guerra Civil». Pero en esos mismos instantes críticos, Carlos Altamirano, secretario general del PS, decía: «El golpe no se combate con diálogos, se aplasta con la fuerza del pueblo».[51]
La violencia callejera se volvió cada vez más intensa, acercándose a la barrera de los 100 muertos por violencia política durante el gobierno de Allende. Un nuevo foco de violencia se creó entre el estudiantado por el proyecto de la Escuela Nacional Unificada (ENU), el que deseaba cambiar la educación en Chile: de una basada en los valores del capitalismo a una con valores del «hombre nuevo» del socialismo. Este plan también integraría una «educación permanente» y, aunque el proyecto se encontraba «en pañales», se produjo una violenta reacción de sectores estudiantiles liderados por fuerzas de derecha. La FEUC (Federación de Estudiantes de la Universidad Católica) llamó a defender la libertad educacional contra el «instrumento de concientización política del marxismo», por lo que se enfrentaron en luchas callejeras con agrupaciones de las Juventudes Socialista y Comunista. La Feses (Federación de Estudiantes Secundarios) se dividió entre los que apoyaban la ENU, entre ellos el dirigente Camilo Escalona, y los que la rechazaban, encabezados por Miguel Salazar. Finalmente, el proyecto fue retardado por petición del cardenal.[52]
Pero el conflicto educacional no fue el único tema de division: el desabastecimiento, las JAP, la reforma agraria, las «tomas de tierras», los grupos armados, los cordones industriales, etc., son todos motivos de discordia entre los chilenos.
El 11 de junio, el Congreso aprobó la reforma constitucional Hamilton-Fuentealba por 106 votos, la cual volvió inexpropiables los predios inferiores a 40 ha y dio garantías a los comerciantes y transportistas. Allende se negó a promulgar toda la reforma y se limitó a publicar aquélla parte en la que no tienen grandes diferencias la DC con la UP. Se basó en la facultad que tiene el presidente de vetar una ley y ésta debe ser aprobada por 2/3 de los votos para sobrepasar el veto. La oposición consideró este acto inconstitucional y la Contraloría General de la República le dio la razón, generándose un conflicto entre las atribuciones del Ejecutivo, la Contraloría y la poder Legislativo. El Partido Nacional en un comunicado declaraba que el presidente de la república , al no promulgar la reforma constitucional o llamar a un plebiscito para dirimir el conflicto, se había puesto fuera de la constitución, advirtiendo que “El señor Allende ha violado en forma deliberada y sistemática su promesa solemne de respetar y hacer cumplir la Constitución y las Leyes. Fue esa promesa solemne la que le permitió ser elegido Presidente de Chile por la mayoría del Congreso Nacional. A la luz del derecho y la moral, nadie está obligado a respetar ni obedecer a un gobierno que deja de ser legitimo.”
El 27 de junio, el General Carlos Prats presentó su renuncia ante el presidente, el cual la rechazó. Luego de un confuso incidente ocurrido mientras viajaba en su vehículo, en el cual desde otro automóvil comenzaron a insultarlo, y al no lograr evadirlos, recordando lo ocurrido con el general Schneider, terminó con el general disparándole al automovil.
Mas de un centenar de personas -una por semana- fallecieron de muerte violenta y directamente atribuible a móviles políticos o sociales, durante los casi tres años de "Unidad Popular".
Campesinos y agricultores perecieron al enfrentarse en las "tomas" (ocupaciones ilegales) de predios agricolas, ultimados bala, a cuchillo y hasta a palos. Propietarios de edad murieron del corazón, al ser despojados de sus tierras o al verlas asaltadas. Una anciana secuestrada y vejada en su fundo, se suicidó. En las luchas e incidentes entre facciones extremistas fallecieron estudiantes, sin que jamás fueran ubicados los asesinos. Igual cosa sucedió con carabineros víctimas de ultraizquierdistas; inclusive uno de esos agentes del orden fue ultimado a tiros desde el interior de un local de partido socialista. -el partido del señor Allende-.
Extremistas indultados por el presidente Allende, pertenecientes a la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo), iniciaron de inmediato una serie de asesinatos, seis sucesivos -entre ellos el del ex Ministro del Interior, señor Edmundo Pérez, destacado militante de la Democracia Cristiana.
Otros Indultados por el señor Allende, junto con los asesinos del VOP, fueron los cabecillas del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que orquestaron el desborde de la legalidad que tanta sangre costaría a Chile.
Todo esto se hizo con la pasividad forzosa de la policía uniformada, obligada por el señor Allende a no proceder, y con la complicidad de la policía civil, dirigida por socialistas y comunistas y, de este modo, enteramente politizada.
Mientras tanto, el país era arrojado por la Unidad Popular a la peor crisis económica de su vida nacional, sin paralelo en la historia moderna del munso, salvo para países azotados por la guerra o por coyunturas internacionales. Algunas cifras relativas a este punto son las siguientes:
- Una inflación que superará el 300% en 1973
-Un déficit en la balanza comercial, para el mismo año, que exederá de 450 millones de dólares (1970 cerró con un superávit de más de 175 millones de dólares)
-Un aumento de la deuda externa , en tres años, del orden del 60%.
-Un déficit fiscal, en 1973, estimado en un 45% del gasto total del fisco.
-Una inversión nacional (calculada como porcentaje del producto geográfico bruto) que en 1973 será de solo dos tercios de la de 1970
-Una baja en la producción industrial en 1973, con respecto a 1972 del orden del 6%.
(Cifras obtenidas de estduios de las Universidades de Chile y Católica)
Ya en 1973 los efectos de la crisis repercutieron brutalmente sobre los trabajadores, cuya participación en el ingreso -según estudios de la Universidad de Chile- fue inferior a la de 1970. O sea, su situación real fue peor de la que tenían antes de Allende. Recrudecieron fenómenos alarmantes, como la desnutrición y mortalidad infantiles. Y el desabastecimiento se hizo crítico, afectando a productos tan esenciales como el pan, la harina, todos los tipos de carne, el vino, las bebidas analcohólicas, los cigarrillos, los detergentes, la pasta dentrífica, etc., y apareciendo las interminables colas (que a menudo se prolongaban de un día a otro) y un mercado negro, cuya fuente fundamental eran las empresas estatizadas y los organismos oficiales o políticos de distribución.
Paradojalmente el señor Allende vociferaba frases como que llevaría a cabo una revolución "con el menor costo social que sea posible imaginar en nuestras circunstancias... sin compulsiones físicas innecesarias, sin desorden institucional, sin desorganizar la producción". También aseguraba que "no era posible destruir una estructura social y económica, una institución social preexistente, sin antes haber desarrollado, mínimamente, la de reemplazo". Además dijo que "Nuestras obras no sacrificarán la atención de las necesidades de los chilenos de ahora en provecho de empresas ciclópeas".
Por desgracia , los chilenos sí fueron sacrificados por el señor Allende y por la Unidad Popular, pero no en provecho de ninguna empresa, sino de una destrucción física, económica, política, social y moral efectivamente ciclópea.
El 29 de junio, el regimiento blindado N° 2, al mando del coronel Roberto Souper, protagonizó un levantamiento militar contra el Gobierno, usando varios tanques, un porta tanques y dos camiones con 40 hombres cada uno.
Los sublevados intentaron tomar el Palacio de la Moneda, enfrentándose a las Fuerzas de la Guarnición dirigidas por el comandante en jefe Carlos Prats en persona, el cual puso en riesgo su vida para obtener la rendición de los sublevados. Los miembros de Patria y Libertad, que estimularon el golpe, se asilaron en la embajada ecuatoriana. El resultado final de este intento fue conocido como «tanquetazo», que dejó 20 muertos, de los cuales gran parte fueron civiles.[54]
Alarmado, Allende llamó nuevamente a los uniformados a integrar el gabinete, en esta ocasión con los cuatro miembros máximos de las Fuerzas Armadas, mientras planeó su última arma para salir de la crisis: un plebiscito.
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