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miércoles, 1 de octubre de 2008

SEGUNDO GOBIERNO DE DON ARTURO ALESSANDRI PALMA (1932-1938)

En mayo de 1932 nuevamente fue senador por Tarapacá y Antofagasta. Después el Congreso fue disuelto por una nueva junta militar que derrocó a Juan Esteban Montero Rodríguez, instaurándose la llamada República Socialista, que se prolongó hasta 1932. En octubre del mismo año, se realizaron nuevas elecciones presidenciales, en las que Alessandri, con el apoyo del Partido Liberal y Radical, triunfó fácilmente, iniciando así su segundo periodo presidencial.

Su segundo gobierno se inició con el respaldo de grupos de izquierda y radicales, pero el primer grupo se empezó a distanciar de él, por lo que Alessandri intentó mantener una alianza derecha-radical, hasta el año 1937, cuando ésta diera un vuelco a la izquierda.

Para hacer frente a las amenazas golpistas se apoyó en las milicias republicanas, que tenían la misión de reprimir cualquier intento de sublevación y jamás hacer política. Fueron creadas poco antes del regreso de Alessandri, como resultado del movimiento civilista. Funcionaron en forma clandestina y luego públicamente, realizando el 7 de mayo de 1933 un gran desfile frente al Presidente quien los saludó. Se autodisolverían en 1936 cuando consideraron cumplida su misión. El Presidente pidió al Congreso en varias oportunidades el estado de excepción constitucional, que conduciría a acciones ilegales, como la famosa incineración del número 285 de la revista Topaze, que tenía una caricatura que Alessandri consideraba injuriosa.

Tales precauciones no eran sin razón, especialmente considerando la aparición de nuevos factores de violencia, como la rebelión campesina de Ránquil y su sangrienta represión, y el Movimiento Nacional-Socialista de Chile de Jorge González Von Marées,

En el aspecto económico, se inició la recuperación de la crisis de 1929, obra del ministro de Hacienda Gustavo Ross Santa María, liberal pragmático, que daría pasos en función de un crecimiento "hacia adentro". Sobre el salitre, disolvió la Compañía de Salitres de Chile (Cosach) y creó la Corporación de Ventas de Salitre y Yodo de Chile (Covensa), empresa de distribución, no producción, de carácter mixto. Financió el déficit fiscal con nuevos impuestos. Reanudó el pago de la deuda externa, con pérdida de capital para los tenedores de bonos chilenos. Cuando empezaron a existir excedentes, se destinaron a obras públicas, destacando la construcción del Estadio Nacional, inaugurado en diciembre de 1938.


LA MATANZA DEL SEGURO OBRERO 5 DE SEPTIEMBRE DE 1938


El 5 de septiembre de 1938 cerca de las 12:30, alrededor de 62 jóvenes del Movimiento Nacional-Socialista de Chile se toman la Caja del Seguro Obrero con el franco objetivo de iniciar un Golpe de Estado que impusiera a Carlos Ibañez del Campo en el poder. José Luis Salazar, un cabo de carabineros, al ver la situación y pensando que se trataba de un asalto, sacó su arma de servicio, pero un nacista, al percatarse de la acción del carabinero, abrió fuego contra Salazar, lo que provocó su muerte.

Poco rato después, al pie del edificio, había una multitud de carabineros, lo que generó una fuerte balacera en la que pereció el nacista Gerardo Gallmeyer. Mientras los otros intentaban resistir, las fuerzas de carabineros fueron abriéndose paso a través de los primeros pisos, lo que obligaba a retroceder a los nacistas.

Simultáneamente con la toma de la Caja del Seguro Obrero, otros 30 jóvenes tomaban el edificio central de la Universidad de Chile, lo que también concluyó con una fuerte balacera. Pasadas las 14:00, al dar un inesperado asalto, Carabineros logró apresar a los nacistas, los que finalmente se rindieron y fueron conducidos por la calle con las manos en alto, en dirección a la Caja del Seguro Obrero, que se encontraba a pocas cuadras del lugar. El objetivo de llevarlos a dicho lugar, era hacerles saber que el intento de Golpe de Estado ya había fracasado. Se envió, de forma individual, a jóvenes nacistas para que convencieran a sus camaradas a deponer las armas, con la promesa de respetar sus vidas. Los jóvenes aceptaron la promesa y depusieron sus armas.

Ya desarmados y separados de los funcionarios policiales, los cerca de 60 jóvenes fueron puestos contra la pared y acribillados, rompiendo así la promesa de respetar sus vidas; sólo 4 jóvenes lograron salvarse, haciéndose los muertos.

Los jóvenes presentaban atroces desfiguraciones en su cuerpo y cara por la bestial cantidad de balas y por los profundos y persistentes cortes con sables y bayonetas.

Hasta el día de hoy es una incertidumbre de quién dio la orden de matar a los nacistas. Algunos aseguran que escucharon, fuera del despacho presidencial, a un iracundo Arturo Alessandri Palma decir: “Mátenlos a todos”. El mismo Alessandri quiso hacer creer que los nacistas se habían asesinado entre sí, lo que finalmente se comprobó que era una mentira.

Pese a esto las acusaciones contra Alessandri están cimentadas en especulaciones y muy pocas pruebas palpables; lo cierto es que no existe una historia oficial en relación a este tema que es y seguirá siendo una fuerte pugna entre historiadores.


Muchos fueron los asesinados ese día: obreros, oficinistas, abogados, padres de familia, estudiantes. Entre ellos estaba Bruno Bruning Schwarzenberg, un joven de 27 años y estudiante de contabilidad de la Universidad Católica. Lo que sucedió con él fue relatado por un carabinero que estaba haciendo guardia: "Montaba guardia junto a los cadáveres. De pronto, vi que uno de los cuerpos se movía. Era un mozo rubio, muy blanco, de ojos azules muy claros. Yo le dije que no se moviera. Un oficial me reprendió: ¿Acaso tratas de salvar a ese?. Hizo fuego contra el herido, quien cayó sobre un costado y, mirando fijamente al oficial, con esos ojos tan claros, exclamó: ¡Muero contento por la Patria!'"

Pese al gran número de historias acontecidas ese día, sin duda alguna la más reconocida fue la de Pedro Molleda Ortega de 19 años, quien, mientras los carabineros remataban a los heridos, se levantó gritando "¡Viva Chile!", a lo que un oficial respondió disparándole a quemarropa. Pese a estar herido, desafiante, Molleda volvió a levantarse y gritó con fuerza: "¡No importa, camaradas. Nuestra sangre salvará a Chile!". A lo que el oficial hostigado lo atacó a sablazos hasta dejarlo hecho pedazos. Aun hoy, este dicho es la punta de lanza entre los seguidores del Nacional-Socialismo en Chile




1 comentario:

Camilo Ernesto Aravena Valderrama (Nervion KMIZA) dijo...

Hola
solo paso a darte las felicitaciones gran post muy bueno.


viva CHILE!!