Ibáñez volvió a la Presidencia en 1952 apoyado por el Partido Agrario Laborista (PAL), por el Partido Socialista Popular y el Partido Femenino de Chile liderado por María de la Cruz quien le daría gran parte del electorado femenino, que por primera vez votaba en elecciones presidenciales. Con el símbolo de la escoba, que barrería la corrupción de los políticos y los partidos, y bajo el lema del General de la Esperanza logró el 46,8% de los votos.
Su segundo gobierno no tendría la firmeza del primero. Gobernó tambaleantemente al no tener apoyo partidista exceptuando los grupúsculos ibañistas, que no tenían entera confianza del Presidente.
Durante éste empeoró la situación económica por lo que se llamó a una firma estadounidense, la Klein-Sacks (1955-58), la cual propone recetas económicas liberales pero muy impopulares. Éstas fueron una reforma en el comercio exterior, supresión de subsidios, eliminación del reajuste automático de sueldos del sector público y parte del privado. Modificación del estatuto del Banco Central y la creación del Banco del Estado de Chile.
En el ámbito internacional, estuvo estrechamente ligado al gobierno de Juan Domingo Perón en La republica Argentina, el que lo instaba a tomar la dictadura. Y existieron grupos chilenos que apoyaron la idea de una nueva dictadura de Ibáñez, como fue el grupo conocido como "Línea Recta", pero las vacilaciones y la desconfianza de Ibáñez -rasgos típicos de él-, lo hicieron abandonar este camino.
Además de esto creó el Departamento del cobre, que sería muy útil a la hora de nacionalizarlo, la reforma electoral que establece la boleta electoral única y derogó la ley de Defensa de la Democracia que proscribía al Partido Comunista.
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