Hacia comienzos de siglo se hace evidente, en Chile, el fenómeno demográfico que se refiere al desplazamiento de la población rural hacia las ciudades los puertos y los centros mineros. Esta migración fue facilitada por la infraestructura de vías de comunicación, particularmente, la red ferroviaria que en 1913 alcanza a Puerto Montt.
La expansión del sistema educacional a cargo del Estado fortalece tanto la expansión de la clase media como su organización interna en gran número de asociaciones gremiales y culturales. Estos grupos ya no siguen la tuición de los partidos políticos tradicionales, orientándose a nuevos referentes políticos. El ascenso político de la clase media fue precedido por su gravitación en el campo cultural. Grupos formados en el liceo y la Universidad de Chile, integrada por abogados, profesores, artistas, periodistas, médicos, ingenieros, empiezan a constituir la mayoría de producción intelectual y material de la época, eclipsando a la antigua aristocracia más dedicada a los negocios o a la política.
Ya desde 1880 en adelante venía creciendo en importancia la existencia del proletario urbano, con el auge de las explotaciones mineras, el desarrollo de las fábricas, de las construcciones urbanas y portuarias, que contribuyen a la migración de la población rural que empieza a instalarse en Valparaíso, Santiago, Iquique, Antofagasta y otras urbes.
Las precarias condiciones de vida y la ausencia de la legislación social, llevan a los obreros a organizarse en movimientos de reivindicación económica y "promover" las primeras huelgas, que provocan con frecuencia la represión policial y militar en estas manifestaciones.
Sucesos como los de la huelga de los obreros portuarios en Valparaíso en 1903, o la llamada "huelga de la carne" en 1905 en Santiago, dejan como saldo numerosos muertos y heridos entre los huelguistas. Pero sin duda que la mayor y más significativa de estas huelgas fue la de Iquique en 1907.
Como telón de fondo: una gran crisis económica internacional y, con ello, un descenso en el precio de nuestras exportaciones y, fundamentalmente, el salitre, que entonces significaba hasta más de un 70% de los envíos al exterior.
Enseguida las pésimas condiciones laborales que enfrentaban los trabajadores de las salitreras que han sido retratadas por el historiador Gonzalo Vial al señalar que: "los obreros arrastraban condiciones de vida que empeoraban progresivamente, aplastados por flagelos de tipo colectivo - escasez e insalubridad de las habitaciones, sífilis, tuberculosis, alcoholismo - y por abusos específicos en su trabajo: salarios insuficientes, cesantía, horarios excesivos sin compensación extraordinaria, pagos en vales de dinero, precios escandalosos y venta de alcohol en la pulpería patronal "(Fisonomía Política de Chile).
Entre las consecuencias de esta gran movilización obrera se cuentan la destrucción del naciente movimiento obrero nacional en la huelga y matanza de la escuela Santa María en diciembre de 1907, la cual además de gestarse a propósito de las malas condiciones laborales de los trabajadores salitreros, es consecuencia de una gran crisis económica internacional que significa una fuerte disminución en el precio del salitre chileno en los mercados externos.
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