Tres naves de la Armada de Chile, bajo el mando del capitán de navío don Roberto Simpson derrotaron a cuatro naves corsarias bajo el mando del corsario francés Juan Blanchet que operaban bajo bandera de la Confederación. Este combate naval le dio a la armada de Chile el dominio del mar para facilitar el traslado del Ejército Unido Restaurador.
La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana es el nombre que recibe el enfrentamiento bélico desatado entre 1837 y 1839 entre el Ejército Unido Restaurador conformado por chilenos y peruanos, y la Confederación Argentina contra la Confederación Perú-Boliviana. Argentina enfrentó a la Confederación en forma separada declarando la guerra el 9 de mayo de 1837. Chile con el apoyo de peruanos restauradores, le declaró la guerra el 28 de diciembre de 1836.
Los restauradores enviaron dos expediciones contra la Confederación; la primera al mando del General Manuel Blanco Encalada desde septiembre de 1837 a diciembre del mismo año y la segunda al mando del general Manuel Bulnes desde comienzos de 1838 hasta febrero de 1839. El combate de Casma tuvo lugar en el transcurso de la segunda expedición.
El general Andrés de Santa Cruz al mando de la Confederación organizó una fuerza naval de corsarios para oponerse a la armada chilena que había trasladado a su ejército restaurador hasta Ancón. Es así como a fines de 1838 logró tripular con marineros de diversas nacionalidades cinco buques armados en guerra, los que fueron puestos bajo el mando del corsario francés Juan Blanchet.
Las naves de la Armada de Chile se mantenían en distintos puertos del litoral peruano y chileno, especialmente protegiendo los transportes que movilizaban el ejército.
Una de las primeras acciones de los naves corsarias fue el apresamiento del bergantín “Arequipeño”, nave que estaba mando de oficiales y tripulación confederada. Esta nave pasó a engrosar la fuerza corsaria de Blanchet desde el 30 de noviembre de 1838.
En los primeros días de enero 1839 el general Santa Cruz, luego de la captura del “Arequipeño”, ordenó a Blanchet efectuar una segunda incursión al norte contra las naves restauradoras. Este zarpó de Callao con instrucciones de atacar al abordaje a sus contrarios. Integraban la flotilla la corbeta “Edmond”, el bergantín “Arequipeño”, la barca “Mejicana” y la goleta “Perú”.
Los buques restauradores estaban divididos en varios puertos del litoral al norte de Callao. Estos necesitaban leña por lo que el Comandante en Jefe ordenó a la división del capitán de navío Roberto Simpson que zarpase con sus naves escoltando al transporte “Isabella” al puerto de Casma donde había gran cantidad de este combustible. Simpson zarpó de Santa el 9 de enero de 1839 con la “Confederación”, la “Valparaíso” y la “Santa Cruz” escoltando al transporte “Isabella”. Fondeó en Casma el 10 del mismo mes e inició al día siguiente la faena de acarreo y embarque de la leña.
El día 12 de enero, un vigía chileno ubicado en tierra anunció la presencia de los 4 buques de Blanchet. Simpson ordenó el reembarco de su gente y se aprestó para el combate. Sus naves estaban fondeadas con un ancla, a la gira, formando un triángulo isósceles, la “Isabella” estaba más hacia el interior del puerto protegida por las naves chilenas.
Blanchet entró con sus buques resueltamente al puerto, dirigiendo la “Edmond” y el “Arequipeño” sobre la “Confederación” al que abordaron cada una por una banda, pero con excesiva velocidad lo que hizo que chocaran contra la nave, averiando sus respectivos buques. La “Mejicana” y la “Perú” dirigieron su fuego contra la “Valparaíso” y la “Confederación”.
Los confederados fueron rechazados con muchas bajas, entre ellas el propio Juan Blanchet. La naves confederadas salieron del puerto con bajas, dejando la “Arequipeña” en la bahía pues había sido desarbolada por el fuego de las naves restauradoras. Fue abordado y apresado por los marineros de Simpson.
El combate duró una hora y media. La armada chilena tuvo ocho muertos y ocho heridos. Los confederados sufrieron numerosas bajas.
Este combate determinó la conquista del mar por parte de la Armada de Chile y con ello facilitaba el traslado del Ejército Unido Restaurador.
La naves corsarias regresaron a Callao donde fueron desarmadas y posteriormente navegaron bajo bandera francesa hasta Guayaquil, Ecuador.
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