Entradas populares

miércoles, 14 de julio de 2010

Agustín de Eyzaguirre




Agustín de Manuel Eyzaguirre Arechavala (3 de mayo de 1768— †19 de julio de 1837), comerciante y político chileno, fue una importante figura en el proceso de emancipación y organización de su país, siendo uno de los principales impulsores de la instalación de la primera Junta Nacional de Gobierno, y llegó a ejercer como Presidente interino de Chile entre el 9 de septiembre de 1826 y el 25 de enero de 1827.

Nació el 3 de mayo de 1768, en Santiago. Sus padres fueron Domingo de Eyzaguirre y Escutasolo y María Rosa de Arechavala y Alday.

A temprana edad entró a una de las mejores escuelas que había en Santiago, y allí aprendió lectura, escritura y elementos de aritmética. Posteriormente ingresó al seminario conciliar Colegio Azul, pues pensó tener vocación sacerdotal, recibiéndose dos años más tarde de la primera tonsura y órdenes menores. En el seminario estudió latín, filosofía y teología. Estuvo en ese establecimiento durante 9 años.

Realizó estudios de Cánones y Leyes en la Real Universidad de San Felipe y luego, Teología. A los 23 años, sin embargo, desistió de su orientación religiosa y se dedicó a la agricultura en la hacienda de su padre y más tarde en otros que tomó en arriendo.[1] Por esa época también ingresó al mundo del comercio, desarrollando ambas actividades durante toda su vida y construyendo una considerable fortuna.

Su red de negocios llegó a ser extensa. Partía desde Londres, donde se había radicado su amigo Joaquín Ruiz de Alcedo, continuaba en Cádiz, donde mantenía contactos con los hermanos Errázuriz Aldunate; y continuaba en Buenos Aires y en Mendoza, en donde los comerciales Ezcurrua y Soza son agentes suyos. Debió enfrentar el bloqueo napoleónico que le causó muchos problemas, y tras la reconquista española, Eyzaguirre debió reestructura sus negocios y cimentar un nuevo proyecto, la llamada compañía de Calcuta.[2]

El 13 de septiembre de 1808 contrajo matrimonio con María Teresa de Larraín y Guzmán Peralta.

El año 1810 fue electo Alcalde del cabildo de Santiago. Desde tal posición, encabezó la resistencia de los vecinos de la capital contra los atropellos cometidos por el gobernador Francisco Antonio García Carrasco, hasta conseguir su renuncia.[3]

Promotor de la primera junta de gobierno, al convocarse a elecciones para un Congreso Nacional, intervino notoriamente a favor parte del grupo de los llamados moderados al que él pertenecía, y que estaban representados por el cabildo, en contraposición al grupo exaltado de Juan Martínez de Rozas y la junta de Gobierno.[4]

Su estrategia dio resultado y el grupo moderado obtuvo mayoría en el congreso, siendo electo el mismo Agustín diputado por Santiago, aunque al poco tiempo presentó su renuncia, que fue rechazada.

Al entrar a la arena política José Miguel Carrera con un golpe de estado el 4 de septiembre, el grupo moderado quedó totalmente fuera del fuego político.[1] Eyzaguirre fue expulsado del parlamento a expresa petición de Carrera, tanto por su postura política y supuesta apariencia de godo,[5] como por la necesidad de reducir a 6 el número de diputados por Santiago.[6]

Eyzaguirre se retiró entonces a la vida privada, de la que no saldría hasta la invasión al territorio chileno llevada a cabo por el general realista Antonio Pareja en 1813. Al tener la necesidad de combatir contra los realistas, Carrera dejo al mando en manos de una junta compuesta por José Miguel Infante, Francisco Antonio Pérez y Agustín de Eyzaguirre. Las primeras medidas del nuevo gobierno tuvieron por objeto solucionar del mejor modo posible las necesidades de la guerra. Excitó el espíritu público de los ciudadanos, promovió donativos voluntarios para subvenir a los gastos extraordinarios, levantó batallones y proveyó de municiones y víveres al ejército.[1]

La importancia de lo militar no significó que se dejaran de lado otras medias destinadas a la construcción de la patria, como la declaración de la libertad de prensa, la fundación de la Biblioteca Nacional y del Instituto Nacional. El 7 de marzo, al cabo de once meses, Eyzaguirre y sus colegas cesaron en sus funciones gubernamentales, recibiendo un voto de gracia de la nación por sus desvelos.[7]

Todas estas actividades le valieron, tras la derrota en Rancagua de las armas chilenas y la reinstauración del dominio español, ser apresado por las fuerzas realistas y confinado en prisión, en la isla Juan Fernández.[1]

En una misiva dirigida a su esposa Teresa Larraín, entrega un testimonio de su reclusión:
Ya llevo quince meses de presidio sin las comodidades en que he sido educado. Aquí padece el cuerpo con toda especie de males; sufre la falta de vivienda que toda es un rancho o choza inmunda, lleno de agujeros por todas partes; se llueve como afuera, a pesar de haberla techado y costado por cien pesos. Para poder dormir sin mojarse es preciso poner un cuero en el techo... la infinidad de ratones le roen la paja y al poco tiempo de puesta está consumida por ellos...".[8]

Su esposa realizó gestiones a través de Miguel de Eyzaguirre en el Perú y con el agente en la corte Manuel Antonio de Echevarria, para obtener la libertad de su esposo. A pesar de que una real cédula otorgó a los confinados el perdón, el gobernador Casimiro Marcó del Pont suspendió su aplicación, por lo que la liberación de Eyzaguirre y el resto de los patriotas debió esperar a la victoria del ejército libertador en Chacabuco, el 12 de febrero de 1817.

Durante el gobierno de Bernardo O'Higgins se mantuvo alejado de la actividad política, concentrándose en sus actividades económicas, principalmente en la Compañía de Calcuta, fundada en 1817, que pretendía contactos mercantiles con los países asiáticos, proyecto éste que desembocó en un fracaso. Luego de la abdicación de O'Higgins, el 28 de enero de 1823, se creó una junta a la que perteneció y fue presidente, junto con Fernando Errázuriz y José Miguel Infante.

Su primer decreto, del 29 de enero, fue el nombramiento d e nuevos ministros de estado. Ese mismo día se decretó “concluidas las desavenencias interiores de las provincias y restablecida su libre comunicación y comercio”, pero la situación en el país distaba de ser apacible.[10]

Las fuerzas colectivas reunidas en nombre de la asamblea de Coquimbo había avanzado hasta el Aconcagua, pero fueron fácilmente disueltas. Pero la asamblea provincial quiso conservar su existencia y autonomía hasta la formación de un nuevo congreso constituyente. En Rancagua, se mantenían fuerzas acuarteladas bajo el mando de José Joaquín Prieto, que estaban dispuestos a sostener el gobierno de O'Higgins. En los distritos de San Fernando y Curicó, bandas de gente armada amenazaban a las autoridades proclamando la revolución contra el gobierno de Santiago.[10]

El principal peligro de la junta, era que se encontraba indemne ante las pretensiones de Concepción, apoyadas por Ramón Freire y su ejército, que tras conocer el cambio de gobierno, se negaron a reconocer a la nueva junta. Pretendían instalar unan nueva junta, con representantes de las tres grandes provincias del estado que convocase a un congreso nacional.[10]

O'Higgins había decidido dejar el país y trasladarse a Europa. Freire, llegado a Valparaíso desde el sur, lo hizo arrestar para que respondiera por los actos de su gobierno. La junta, al enterarse, intentó parlamentar enviando como delegado a Joaquín Campiño. Sin llegar a un acuerdo completo, Freire le anunció a Campiño que se pondría en marcha con sus tropas hacia la capital, y que fácilmente llegaría a un acuerdo definitivo con la junta gubernativa.[10]

La junta se encontraba alarmada, pero no se desesperó, y el 17 de febrero invitó a Freire a pasar a Santiago, el cual envió a dos de sus hombres a parlamentar. De las discusiones se convino en que la provincia de Santiago formaría una asamblea provincial, como las de Concepción y Coquimbo, y que las tres representadas en un congreso de plenipotenciarios, harían la designación del gobierno provisorio que convocase a elecciones.[10]

El clima de tensión y batallas extendió al periodismo, surgiendo varios periódicos de batalla: El Tizón Republicano, El Clamor de la Patria, El Imparcial, El Corresponsal del Imparcial, El Interrogante y El Respondente y numerosos folletos y hojas sueltas que se dedicaban atacar o defender el gobierno caído y al de la junta, además de atacarse entre ellos mismos.[10]

Las elecciones para reunir la asamblea provincial de Santiago se iniciaron el 9 de marzo, pero sólo el 29 realizó su apertura solemne. Ese día en que la junta dejo el mando, después de dar lectura a un discurso por parte de su secretario Mariano Egaña, que daba cuenta de la situación crítica del país y la necesidad de restablecer la concordia.[10]

Entre la labor administrativa de la junta, cabe mencionar la amnistía otorgada a todos los reos políticos, la creación del Boletín de las Leyes, el restablecimiento de la academia de práctica forense, y el permiso de sembrar y vender libremente tabaco en el país.[1]

Tras el fin de la junta, Eyzaguirre siguió activo políticamente al ser electo diputado y senador en 1825 y 1825,[8] hasta que fue electo vicepresidente de la república por el Congreso Nacional el 8 de julio de 1826, por 20 votos contra 15 de Francisco Antonio Pinto.

Tras la renuncia del presidente Manuel Blanco Encalada debió asumir el mando como Presidente Interino, tocándole resolver una situación política y presupuestaria de gran complejidad. La hacienda pública sufría por un periodo de grave desfinanciación, habiendo fracasado el estanco del tabaco que estaba en manos de Diego Portales, pues el desbarajuste administrativo, producido desde la abdicación de Bernardo O'Higgins, impedía cobrar correctamente las contribuciones, imposibilitando por tanto el pago al ejército o a los empleados civiles mas indispensables.[11]

En el aspecto militar, su gobierno se inició con una sangrienta sofocación de una conjura realista en Chiloé, que pretendía restaurar el dominio realista. Los retrasos en los pagos provocaron diversos motines. A ello se le suma la actuación de los hermanos Pincheiras, célebres bandoleros de la época, que arrasaban el centro y sur de Chile.[11]

Políticamente, durante su vicepresidencia, se continuó con el llamado ensayo federalista, que tenia como principal impulsor a José Miguel Infante. Los resultados resultaron mas bien negativos, creando discordias entre las provincias. Chillán exigía el rango de capital de la provincia de Concepción, Talca y Valparaíso pretendían que se les consideraran como provincias independientes, y la provincia de Concepción, cuna del federalismo, se negaba a aplicarlo.[11]

Como consecuencia de la confusa situación política del país, el coronel Enrique Campino dio un golpe de estado, que pretendía reemplazar a Eyzaguirre por el general Francisco Antonio Pinto, quedando él mismo como vicepresidente. El golpe se dio el 24 de enero de 1827, en el que se depuso a Eyzaguirre, quien aceptó el curso de los hechos y considero terminado su interinato, asumiendo en su lugar Ramón Freire, tras la derrota del movimiento de Campino.[11]

Eyzaguirre describiría así el resultado de su gobierno::
El resultado ha sido que en mi cuadrimestre desgraciado se restableció el instituto anulado, se nombró rector al de Concepción para restablecerlo, se dieron fondos para el de Coquimbo, se previno la devastación de Pincheira y de los bárbaros del sur. Este uno no habréis oído, «se degollaron tantos a cada correo, se robaron tantos millares de ganado»; el labrador de Concepción y del Maule han cosechado tranquilos; ha sido vencido el enemigo al primer encuentro, y se le tenía en el último aprieto según las últimas comunicaciones, cuyos resultados pueden saberse por momentos; el crédito ha subido desde el 60 de pérdida al 15, un 45 por ciento; están preparadas las bases de los tratados con el Perú, que deben reparar la agricultura, el comercio y la navegación de ambos países; las del resguardo y aduana examinadas, y propuestas las economías; restablecido el almacén de tránsito bajo la mano fiscal; pagado el ejército de los vencidos en mi tiempo y de mucha parte de los atrasados en que lo encontré; quedaron en cajas 138,000 pesos en vales, que con lo corrido hasta aquella fecha debían subir a más de 160,000; en pagarés de aduana en Valparaíso más de 200,000, según avisos de su administrador. Pronunciad sin que oigáis alegaciones indignas de la magistratura que ejercí y de mi carácter, y concluiré con el héroe griego: No tengo victorias que ofreceros, y al cabo los triunfos son la obra de la fortuna y del valor del soldado. Solo os ofrezco y recibo el placer de no haber hecho verter lágrimas a ningún chileno.[1]

La vicepresidencia fue su última actuación en la vida pública, tras lo cual se retiró a su hacienda en Calera de Tango, donde murió el 19 de julio de 1837.

No hay comentarios: