
Las actividades de celebración del Centenario comenzaron a programarse desde comienzos del año. El primer paso consistió en la invitación de las delegaciones de los países amigos; la delegación argentina comprometió su asistencia encabezada por el Presidente de la República. Por otra parte, distintas obras públicas, que tenían como principal objeto embellecer las ciudades del país, fueron inauguradas el año del centenario, entre ellas el Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho. También se inauguraron diversos monumentos conmemorativos, muchos de los cuales fueron donaciones de las colonias extranjeras en Chile. Ese mismo año finalizaron los

La fiesta fue conocida y observada por representantes de importantes países, tanto americanos como europeos. Se organizaron concursos literarios y artísticos, además; exposiciones de arte, industria y agricultura, que tenían la finalidad de exhibir los más destacados productos del país.

Pero el evento no estuvo exento de cuestionamientos y críticas. Surgieron voces que rechazaron la total preeminencia que tuvo la elite chilena y la ausencia del pueblo en los festejos; hubo también quienes criticaron el gasto de importantes recursos por parte del gobierno en estas fiestas, mientras el país vivía un período de crisis económica que afectaba principalmente a los sectores más bajos.

La idea de crisis, estuvo muy presente en la vida nacional durante el curso de 1910, año de evaluaciones. Para algunos, esta crisis tenía su origen en la decadencia moral de la clase política de la época, lo que pareció confirmarse con la muerte sucesiva de dos presidentes de la República: Pedro Montt, y el que sería su sucesor, el vicepresidente Elías Fernández Albano. Este acontecimiento forzó la elección inmediata de un nuevo representante, surgido del acuerdo de todos los sectores políticos: Ramón Barros Luco. Para otros, sin embargo, la explicación debía buscarse en los conflictos sociales que se agudizaban día a día ante la mirada indiferente de la elite.
Pese a todos los inconvenientes y múltiples detractores, las fiestas del centenario, provocaron gran expectación y actividad en todas las ciudades del país, permaneciendo en el recuerdo, y en las Memorias de sus contemporáneos, como una de las más importantes celebraciones del siglo.
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