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jueves, 13 de noviembre de 2008

Historia de la ciudad de Santiago de Chile.

Santiago, es la capital y principal núcleo urbano de Chile. El área metropolitana que forma es denominada también Gran Santiago y corresponde asimismo a la capital de la Región Metropolitana de Santiago.

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Aunque es posible concebirla como una única gran ciudad, Santiago no constituye una sola unidad administrativa, sino por el contario forma parte del territorio de 37 comunas, de las cuales 26 de estas se encuentran completamente dentro del radio urbano y 11 con alguna parte fuera de el. La mayor parte de la metrópolis se encuentra dentro de la Provincia de Santiago, con algunos sectores dentro de las provincias de Maipo, Cordillera y Talagante.



Santiago se encuentra aproximadamente en las coordenadas 33°26′16″S 70°39′01″O / -33.43778, -70.65028, a una altitud media de 567 msnm. En el año 2002, la conurbación se extendía sobre 641,4 km² y tenía una población de 5.428.590 habitantes, lo que equivale a cerca del 35,9% de la población total del país. De acuerdo con dichas cifras, Santiago, además, es la séptima ciudad más habitada de América Latina, y una de las 45 áreas metropolitanas más grandes del mundo.[3]

La ciudad de Santiago alberga los principales organismos gubernamentales (a excepción del Congreso Nacional, ubicado en Valparaíso), financieros, administrativos, comerciales y culturales del país. Santiago de Chile además es sede de la CEPAL y es considerada como la tercera ciudad latinoamericana con mejor calidad de vida, tras Montevideo y Buenos Aires y como una ciudad global de clase gamma, a la altura de Ámsterdam o Boston, y superando a grandes urbes como Roma, Estocolmo y Pekín. Finalmente, es considerada como la 53º ciudad con mayores ingresos del mundo, con un PIB (PPA) de US$91.000 millones en 2005 y estimado de US$160.000 millones hacia 2020

De acuerdo con ciertas investigaciones arqueológicas, se cree que en la cuenca de Santiago se establecieron los primeros grupos humanos hacia el 10.000 a. de C. Dichos grupos eran principalmente nómadas cazadores-recolectores, que transitaban desde el litoral hacia el interior en búsqueda de guanacos durante la época de los deshielos cordilleranos. Cerca del año 800, comenzaron a instalarse los primeros habitantes sedentarios debido a la formación de comunidades agrícolas junto al río Mapocho, principalmente de poroto, papa y maíz, y la domesticación de los auquénidos de la zona.

Los pueblos establecidas en la zona pertenecían a grupos picunches o promaucaes, sometidos al Imperio Inca desde fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Los incas establecieron en el valle algunos mitimaes, siendo el principal uno instalado en el centro de la actual ciudad, fortalezas como el huaca de Chena y el santuario del cerro El Plomo. La zona habría servido como base para las expediciones incaicas hacia el sur, y como nudo vial del Camino del Inca.


Tras haber sido enviado por Francisco Pizarro desde el Perú y realizar una larga travesía desde Cuzco, el conquistador extremeño Pedro de Valdivia llegó al valle del Mapocho, el 13 de diciembre de 1540. Las huestes de Valdivia acamparon junto a las aguas del río, en los faldeos (faldas) del cerro Tupahue y comenzaron lentamente a entablar relaciones con los indios picunches que habitaban la zona, tras lo cual Valdivia convocó a los caciques de la zona a un parlamento donde les explicó su intención de fundar una ciudad en nombre del rey Carlos I de España, que sería la capital de su gobernación de Nueva Extremadura. Los indígenas habrían aceptado e incluso le habrían recomendado la fundación de la localidad en una pequeña isla ubicada entre dos brazos del río junto a un pequeño cerro llamado Huelén

, Valdivia fundaría oficialmente la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo (Santiago de Nueva Extremadura) en honor al Apóstol Santiago, santo patrono de España, en las cercanías del Huelén, renombrado por el conquistador como "Santa Lucía". Siguiendo las normas coloniales, Valdivia encomendó el trazado de la nueva ciudad al alarife Pedro de Gamboa, el cual diseñaría la ciudad en forma de damero. En el centro de la ciudad diseñó una Plaza Mayor, alrededor de la cual se seleccionaron varios solares para la Catedral, la cárcel y la casa del gobernador. En total se construyeron ocho cuadras de norte a sur, y diez de oriente a poniente, y cada solar (un cuarto de cuadra) fue entregado a los colonizadores, que construyeron casas de barro y paja.

Valdivia partió meses después junto a sus soldados hacia el sur, dando inicio a la Guerra de Arauco. Santiago quedó desprotegida, lo que fue aprovechado por las huestes indígenas de Michimalonco, las cuales atacaron la incipiente urbe. El 11 de septiembre de 1541, la ciudad fue arrasada por los indígenas, pero los 55 españoles de la guarnición lograron derrotar a los atacantes. Al parecer, la resistencia fue liderada por Inés de Suárez, pareja de Valdivia. La ciudad sería reconstruida lentamente dando protagonismo a la recién fundada Concepción, donde se fundaría la Real Audiencia de Chile en 1565. Sin embargo, el constante peligro que afrontaba Concepción debido por una parte a su cercanía del conflicto bélico, y por otra a una sucesión de desoladores terremotos, no permitiría el establecimiento definitivo de la Real Audiencia en Santiago hasta el año 1607, reafirmándose su rol de capital.

A pesar de que Santiago estuvo a punto de desaparecer por el ataque indígena, un terremoto y una serie de inundaciones, la ciudad comenzó a poblarse rápidamente. De las 126 cuadras diseñadas por Gamboa, en 1558 ya habían sido ocupadas cuarenta, y en 1580, la totalidad, mientras que las tierras cercanas acogieron a decenas de miles de cabezas de ganado. En el ámbito arquitectónico, comienzan a construirse los primeros edificios de importancia de la ciudad, destacando el inicio de la construcción en piedra de la primera catedral en 1561 y de la iglesia de San Francisco en 1572, siendo ambas construcciones realizadas principalmente en adobe y piedra.

Una serie de desastres pondría en jaque el desarrollo de la ciudad durante los siglos XVI y XVII: un terremoto en 1575, epidemia de viruela en 1590, desbordes del Mapocho en 1608 y 1618 y por último, el terremoto del 13 de mayo de 1647, donde fallecieron más de 600 personas y quedaron más de cinco mil damnificados. Estos hechos no detendrían el crecimiento de la capital de la Capitanía General de Chile, en una época donde todo el poder del país se concentraba alrededor de la Plaza de Armas santiaguina.
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En 1767, el corregidor Luis Manuel de Zañartu, dio inicio a unas de las principales obras arquitectónicas de todo el período colonial: el Puente de Calicanto, que permitió unir


eficientemente a la ciudad con La Chimba (al norte del río) y el inicio de las construcciones de los tajamares para evitar los desbordes del Mapocho. Aunque el puente logró ser construido, los tajamares fueron constantemente destruidos por el río. En 1780, el gobernador Agustín de Jáuregui contrató al arquitecto italiano Joaquín Toesca, quien diseñaría, entre otras obras importantes, la fachada de la Catedral, el Palacio de La Moneda, el diseño del canal San Carlos y la construcción definitiva de los tajamares, durante el gobierno de Ambrosio O'Higgins, siendo éstos inaugurados definitivamente en 1798. El gobierno de O'Higgins destacó también por la apertura del camino a Valparaíso en 1791, que permitiría la conexión de la capital con el principal puerto del país.

El 18 de septiembre de 1810 se proclamó la Primera Junta Nacional de Gobierno en Santiago, hecho con el que se dio inicio al proceso de independencia de Chile. La ciudad, que se convertiría en la capital de la nueva nación, se vería agitada por los diversos acontecimientos, especialmente debido a las acciones bélicas que ocurrirían en sus inmediaciones.

Aunque en la Patria Vieja se instalaron algunas instituciones como el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, éstas fueron clausuradas tras la derrota patriota en la batalla de Rancagua en 1814. El gobierno realista duraría hasta 1817, cuando el Ejército de los Andes alcanzó la victoria en la batalla de Chacabuco, reinstaurando el gobierno patriota en Santiago. La independencia, sin embargo, no estaba asegurada y el ejército español obtuvo nuevas victorias y hacia 1818 se dirigía hacia Santiago, pero la carga sería definitivamente detenida en los llanos del río Maipo, durante la batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818.

Con el fin de la guerra, asumió Bernardo O'Higgins como Director Supremo y, al igual que su padre, realizó diversas obras de importancia para la ciudad. Durante la llamada Patria Nueva, se reabren las instituciones cerradas y se inaugura el Cementerio General, se terminan las obras del canal San Carlos y en el brazo sur del Mapocho, conocido como La Cañada, fue cerrado el paso de las aguas convirtiéndolo en un paseo arborizado, conocido como la Alameda de las Delicias.

Dos nuevos terremotos azotaron la ciudad: uno el 19 de noviembre de 1822 y otro el 20 de febrero de 1835. Estos dos hechos, sin embargo, no evitaron que la ciudad siguiera creciendo aceleradamente: en 1820, contaba con 46.000 habitantes, en 1854 la población era de 69.018 habitantes y en el censo de 1865 era de 115.337 habitantes. Este importante aumento se generó principalmente con el crecimiento hacia los suburbios de la zona sur y poniente de la capital y en parte, hacia la Chimba, gracias a la división de los antiguos predios existentes en la zona. Este nuevo desarrollo periférico provocó el fin de la tradicional estructura de damero que regía el centro de la ciudad.

Durante la denominada República Conservadora se crean diversas instituciones, principalmente de carácter educativo como la Universidad de Chile y la Quinta Normal con sus museos. Los canales que recorren la ciudad para la evacuación de aguas servidas desaparecen dando paso al alcantarillado, al que se suman las primeras redes de gas, agua potable y alumbrado público, y en 1851 se establece el primer sistema de telegrafía con Valparaíso. Sin embargo, un trágico hecho enlutaría a la ciudad cuando más de 2.000 personas fallecieran en el incendio de la Iglesia de la Compañía, el 8 de diciembre de 1863.

Un nuevo impulso en el desarrollo urbano de la capital se produjo durante la llamada República Liberal y la administración del intendente de la ciudad, Benjamín Vicuña Mackenna, dentro de cuyas principales obras destacan la remodelación del cerro Santa Lucía, que pasó de ser un basurero a un parque adornado con obras arquitectónicas neoclásicas, la creación de un camino que rodeaba la ciudad (que en esa época tenía una extensión similar a la actual comuna de Santiago) y la remodelación de la Alameda. Esta avenida se consagró como la arteria central de la ciudad gracias al desarrollo de diversos palacios pequeños construidos por la oligarquía beneficiada por el auge económico derivado de la minería del cobre y el salitre. Muchas de las principales obras urbanas eran financiadas por aportes voluntarios de los vecinos ilustres, destacando obras como el Teatro Municipal, el Club Hípico o el actual Parque O'Higgins, construido por el filántropo Luis Cousiño en 1873.

La ciudad se convirtió rápidamente en el principal nudo del sistema ferroviario chileno, el principal medio de transporte durante más de un siglo. El primer ferrocarril llegó a la ciudad el 14 de septiembre de 1857 y en 1884 fue inaugurada la Estación Central de Santiago. Mil vehículos particulares y quinientos de arriendo circulaban en Santiago hacia esos años y 45.000 personas utilizaban diariamente el tranvía. Los primeros teléfonos fueron instalados durante los años 1880 y en menos de diez años existían más de 1.200 líneas.

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Ya concluyendo el siglo, se construyeron sistemas de recolección de aguas lluvias para evitar inundaciones en el centro y se iniciarían las obras de canalización del Mapocho, para lo que fue necesaria la demolición de los tajamares y del Puente de Calicanto, ocurrida el 10 de agosto de 1888. Para ese entonces, Santiago tenía una población cercana a los 256.000 habitantes, esparcidos en una extensión de 3.766 hectáreas. Muchos de estos habitantes vivían en barriadas pobres, excluidas del desarrollo urbano fomentado por la oligarquía, fuera de los bordes de la ciudad como en los barrios orientales de Yungay y Chuchunco.

Con el advenimiento del nuevo siglo, la ciudad comenzó a experimentar diversos cambios relacionados con el fuerte desarrollo de la industria. Valparaíso, que hasta la fecha había sido el centro económico del país, comienza lentamente a perder protagonismo en desmedro de la capital. Ya en 1895, el 75% de la industria fabril nacional radicaba en la capital y sólo un 28% en el puerto, y hacia 1910, los principales bancos y tiendas comerciales se instalaron en las calles del centro de la ciudad, abandonando Valparaíso.

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La promulgación tanto de la ley de Comuna Autónoma y el decreto de creación de municipalidades permitirían la creación de diversas divisiones administrativas en el Departamento de Santiago, con el fin de mejorar la administración local. Maipú, Ñuñoa, Renca, Lampa, y Colina se crearían en 1891, Providencia y Barrancas en 1897; y en 1901, Las Condes. En el departamento de La Victoria, se originarían Lo Cañas en 1891, el que sería dividido en La Granja y Puente Alto en 1892. En 1899 nacería La Florida y en 1925 se crea Cisterna.

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El cerro San Cristóbal comenzó en este período un largo proceso de mejoramiento. En 1903 se instaló un observatorio astronómico y al año siguiente se colocó la primera piedra del santuario mariano en su cumbre, el cual se caracteriza por la imagen de 14 metros de la Virgen María, visible desde diversos puntos de la ciudad. Sin embargo, la idea de forestarlo no sería cumplida hasta algunas décadas después.

el deseo de celebrar el Centenario de la República en 1910, se realizaron diversas obras urbanas. Fue ampliada la red de ferrocarriles, permitiendo la conexión de la ciudad con sus nacientes suburbios, a través del ferrocarril de circunvalación y el que llevaba al Cajón del Maipo, mientras se construyó una nueva estación ferroviaria en el norte de la ciudad: la Estación Mapocho. En los terrenos ganados por la canalización del Mapocho, se creó el Parque Forestal y se inauguraron los nuevos edificios del Museo de Bellas Artes y de la Biblioteca Nacional. Además, serían finalizados los trabajos de alcantarillado, que cubrían a cerca del 85% de la población urbana


, el censo estimaba una población en Santiago de 507.296 habitantes, lo que equivalía al 13,6% de la población total del país. Esta cifra representaba un aumento de un 52,47% con respecto al censo de 1907, es decir, un crecimiento anual del 3,3%, casi tres veces más que la cifra a nivel nacional. Este crecimiento se explica principalmente por la llegada de campesinos desde el sur que llegaban a trabajar a las fábricas y ferrocarriles en construcción. Sin embargo, este crecimiento se experimentó en la periferia y no en el casco urbano propiamente tal.

En estos años, el centro de la ciudad se consolidó como un barrio netamente comercial, financiero y administrativo, con el establecimiento de diversos portales y locales alrededor de la calle Ahumada y del Barrio Cívico en el entorno inmediato del Palacio de La Moneda. Este último proyecto significó la construcción de diversos edificios modernistas para el establecimiento de las oficinas de ministerios y otros servicios públicos,[13] dando el puntapié inicial para la construcción de edificios de mediana altura. Por otro lado, los habitantes tradicionales del centro comenzaron a emigrar fuera de la urbe hacia sectores más rurales como Providencia y Ñuñoa, que acogieron a la oligarquía y a los inmigrantes europeos profesionales, y San Miguel para las familias de clase media. Además, en la periferia comenzaron a construirse diversas villas para los asociados de diversas organizaciones sindicales de la época. La modernidad se expandió en la ciudad, con la aparición de los primeros cines, la extensión de la red telefónica y la inauguración del Aeropuerto Los Cerrillos en 1928, entre otros adelantos.


La sensación de una era de crecimiento económico reflejada en los avances tecnológicos contrastaba profundamente con las clases sociales más bajas. El crecimiento de las décadas anteriores se convirtió en una explosión demográfica sin precedentes desde 1929. La Gran Depresión generó el desplome de la industria salitrera del norte, dejando a 60.000 desempleados, los que sumados a la caída de las exportaciones agrícolas, totalizaron cerca de 300.000 cesantes a nivel nacional. Éstos, en su mayoría, vieron a la gran ciudad y su pujante industria como la única oportunidad de sobrevivir. Muchos migrantes llegaron sin nada a la ciudad y miles debieron sobrevivir en las calles ante la imposibilidad de arrendar alguna habitación. Las enfermedades se expandieron y la tuberculosis cobró la vida de cientos de indigentes. El desempleo y el costo de la vida aumentaron de importante manera, mientras los sueldos de los santiaguinos cayeron.

La situación sólo cambiaría varios años más tarde con un nuevo auge industrial fomentado por la CORFO y la expansión del aparato estatal a partir de fines de los años 1930. En esta época, la aristocracia perdió gran parte del poder que ostentaba y la clase media, compuesta por comerciantes, burócratas y profesionales, adquirió el protagonismo de la política nacional. En este contexto, Santiago comienza a desarrollarse hacia las masas, mientras las clases acomodadas tienden a refugiarse en los barrios altos de la capital. Así, los antiguos paseos de la clase adinerada, como el Parque Cousiño y la Alameda, pierden hegemonía frente a recintos de esparcimiento popular, como el Estadio Nacional surgido en 1938.

En las décadas siguientes, Santiago siguió creciendo de forma imparable. En 1940, la ciudad acumulaba 952.075 habitantes, en 1952 esta cifra llegó a los 1.350.409 habitantes y el censo de 1960 totalizó 1.907.378 santiaguinos. Este crecimiento se reflejó en la urbanización de los sectores rurales de la periferia, donde se establecieron familias de clase media y baja con viviendas estables: en 1930, el área urbana tenía una extensión de 6.500 hectáreas, que en 1960 llegaron a las 20.900 y en 1980 llegó a las 38.296. Aunque la mayoría de las comunas seguían creciendo, éste se concentró principalmente en comunas periféricas como Barrancas al poniente, Conchalí al norte y La Cisterna y La Granja al sur. En el caso de la clase alta, ésta comenzó a acercarse al sector de la precordillera de Las Condes y La Reina. El centro, por el contrario, perdió habitantes dejando más espacio para el desarrollo del comercio, la banca y las actividades gubernamentales.


Este crecimiento se realizó sin ningún tipo de regulación y sólo comenzaron a aplicarse durante los años 1960 con la creación de diversos planes de desarrollo del Gran Santiago, concepto que reflejaba la nueva realidad de una ciudad mucho más amplia. En 1958 fue lanzado el Plan intercomunal de Santiago y que proponía la organización del territorio urbano, fijando un límite de 38.600 hectáreas urbanas y semiurbanas, para una población máxima de 3.260.000 habitantes, la construcción de nuevas avenidas (como la Avenida Circunvalación Américo Vespucio y la Carretera Panamericana), el ensanche de las existentes y el establecimiento de "cordones industriales". La celebración de la Copa Mundial de Fútbol de 1962 dio un nuevo empuje a las obras de mejoramiento de la ciudad. En 1966 se creó el Parque Metropolitano de Santiago en el cerro San Cristóbal y el MINVU dio inicio a la erradicación de poblaciones callampas y la construcción de nuevas viviendas como la Remodelación San Borja, en cuyas cercanías fue construido el Edificio Diego Portales.

En 1967 fue inaugurado el nuevo Aeropuerto Internacional de Pudahuel y, tras años de discusión, en 1969 se daría inicio a la construcción del Metro de Santiago, cuya primera etapa correría bajo el tramo occidental de la Alameda y que sería inaugurada en 1975. El Metro se convertiría en una de las construcciones más prestigiosas de la ciudad y en los años siguientes seguiría expandiéndose, llegando a dos líneas perpendiculares a fines de 1978. Las telecomunicaciones tendrían además un importante desarrollo, reflejado con la construcción de la Torre Entel, que desde su construcción en 1975 sería uno de los símbolos de la capital al ser la estructura más alta del país por dos décadas.

Tras el golpe de Estado de 1973 y el establecimiento del Régimen Militar, la planificación urbana no tuvo grandes cambios hasta inicio de los años 1980, cuando el gobierno adoptó un modelo económico neoliberal y el rol de organizador pasa del Estado al mercado. En 1979 se modifica el plan regulador, extendiendo el radio urbano a más de 62.000 hectáreas para el desarrollo inmobiliario, provocando una nueva expansión descontrolada de la ciudad, llegando a las 40.619 ha de extensión a comienzos de los años 1990, especialmente en la zona de La Florida, que en el censo de 1992 se convirtió en la comuna más populosa del país, con 328.881 habitantes. En tanto, un fuerte terremoto azotó la ciudad el 3 de marzo de 1985, que aunque causó escasas víctimas, dejó numerosos damnificados y destruyó muchas edificaciones de antigüedad.

Imagen:Vitacura at night.jpg

Con el inicio de la Transición en 1990, la ciudad de Santiago ya sobrepasaba los cuatro millones de habitantes, que habitaban preferentemente en la zona sur: La Florida era seguida en número de habitantes por Puente Alto y Maipú. El desarrollo inmobiliario en estas comunas y otras como Quilicura y Peñalolén se debió en gran medida a la construcción de conjuntos habitacionales para familias de clase media. En tanto, las familias de altos ingresos avanzaron hacia la Precordillera y el llamado Barrio Alto, aumentando la población de Las Condes y dando origen a nuevas comunas como Vitacura y Lo Barnechea. Por otro lado, si bien la pobreza comenzó a bajar considerablemente, se mantuvo la fuerte dicotomía entre la pujante urbe globalizada y los barrios marginales dispersos a lo largo de la capital.


La zona de Avenida Providencia se consolidó como un importante eje comercial en el sector oriente y hacia los años 1990, este desarrollo se extendió al Barrio Alto que se convirtió en un atractivo polo para la construcción de edificios de gran altura. Las principales empresas y corporaciones financieras se establecieron en la zona, dando origen a un moderno y pujante centro empresarial conocido como Sanhattan. La partida de estas empresas al Barrio Alto y la construcción de centros comerciales alrededor de toda la ciudad, provocaron una crisis en el centro urbano, el cual debió reinventarse: sus principales calles comerciales se convirtieron en paseos peatonales (como el Paseo Ahumada) y se instituyeron beneficios tributarios para la construcción de edificios residenciales, atrayendo principalmente a adultos jóvenes.

En estos años, la ciudad comenzó a enfrentar una serie de problemas generados por el desordenado crecimiento experimentado. La contaminación atmosférica alcanzó niveles críticos durante los meses de invierno y una capa de smog se instaló sobre la ciudad, por lo que las autoridades debieron establecer medidas legislativas para las industrias y la restricción vehicular a los automóviles. A eso se sumó que la gran extensión de la ciudad hizo colapsar el sistema de transporte. El Metro debió ser ampliado considerablemente extendiendo sus líneas y creando tres nuevas líneas entre 1997 y 2006 en el sector sureste, mientras una nueva línea para Maipú a inaugurarse hacia 2010 dejaría al ferrocarril metropolitano con una extensión de 105 km. En el caso de los autobuses, el sistema sufrió una importante reforma a comienzos de los años 1990 y luego en 2007 con el establecimiento de un plan maestro de transportes conocido como Transantiago, el cual ha enfrentado una serie de problemas desde su puesta en marcha.

A medida que entra en el siglo XXI, Santiago persiste en su acelerado desarrollo. Diversas autopistas urbanas han sido construidas, el Barrio Cívico fue renovado con la creación de la Plaza de la Ciudadanía y se comienza la construcción de la Ciudad Parque Bicentenario para la conmemoración del bicentenario de la República. El desarrollo de la edificación de altura continúa en el sector oriente, el cual culminará en 2009 con la apertura del primer rascacielos, Costanera Center.

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